26 junio, 2007

Sobre el artículo "Micenas, cuna de guerreros..."

Esta mañana he estado leyendo el artículo de Óscar Martínez "Micenas: cuna de guerreros. Los conquistadores de Troya" en la revista HISTORIA de National Geographic, el número 43.
Tengo que decir que, aparte del artículo (del que hablaré algo más abajo), me han encantado tres de las ilustraciones. La primera, la foto de Micenas tomada desde el aire, porque se puede ver perfectamente la altura que tiene la colina. La segunda, el dibujo casi a dos páginas de lo que podría haber sido en su día Micenas. Me parece estupenda. Había visto planos y alguna reconstrucción del estilo, pero sólo de edificios concretos. Y la tercera, la foto desde lo alto de la Puerta de los Leones, de noche e iluminada.





No es el primer artículo que aparece en esta revista sobre los micénicos, pero este me ha suscitado una pequeña reflexión.




El artículo habla y explica perfectamente el carácter guerrero de los micénicos. Y con las fotos al lado de las murallas de 4 metros de alto y de 3 a 7 de ancho, una no puede evitar tampoco en pensar en el carácter rudo y empecinado del que no debieron carecer tampoco, ya que unos soldados fuertes y descerebrados, sin coordinación, no habrían podido levantar una civilización como aquella.


El carácter rudo por la forma de vida que llevaban. A juzgar por los alimentos que aparecen en las tablillas, comían a base de olivas, higos, cereales y poco más. El vino, la carne, la miel y productos marinos y de caza serían casi exclusivos del wánax, su séquito, los invitados a palacio y quizá algún día de fiesta.

La vida cotidiana de artesanos, labradores, albañiles y gente de la calle ya podemos imaginar lo dura que pudo llegar a ser en aquella época, como hasta hace relativamente poco en muchos pueblos que no nos quedan tan lejos. En el mío aún hoy la gente fertiliza la tierra de sus huertas con la ceniza de la cocina de leña de sus casas o recuerdan el remedio de quemar cuerno de cabra para ahuyentar culebras.


El carácter empecinado me recuerda al de Alejandro en el asedio a la Isla de Tiro. Ya sé que son épocas distintas, pero la fuerza del ánimo de ambas partes se me hace parecido al compararlos así. Alejandro quería Tiro y consiguió Tiro. Los Micénicos querían Cnosso y consiguieron Cnosso. Querían el poder marítimo, los botines de otras ciudades...




La fortificación de Micenas, ejemplo conocido ya por los antiguos como unas “murallas ciclópeas”, son muestra del empeño de una gente tan dura, guerrera y obstinada. Esas murallas ciclópeas son las del segundo momento de la construcción de la primera fortificación, cuyos sillares tallados pesan una media de dos toneladas y están cortados con una sierra pendular manejada por dos individuos. Las murallas vienen a tener una estructura de dos paredes cuyo pasillo central relleno de cascotes, y se piensa que pudieron llegar a tener 12 metros de alto y 7 de ancho. Hay que añadir el sistema hidráulico subterráneo situado al norte, el sistema de aguante la puerta de los leones, las mejoras en el carro oriental y otras cosas que nos muestran lo ingeniosos que eran y sus ganas de defenderse y atacar.


Los Micénicos prosperaron, como prosperó Alejandro y como prosperó Roma, no sólo por ese carácter belicoso, si no porque eran gente dura e inteligente que quería prosperar.


Los ejércitos suelen estar muy jerarquizados y organizados, y el Micénico (aunque probablemente el grueso del ejército lo formaba gente no especializada del pueblo) tenemos constancia de que lo estaba. Las ciudades amuralladas no son casualidad (aunque alguna carezca de murallas) ni tampoco por ejemplo la entrada en forma de embudo de la Puerta de los Leones. Y todo esto pasando por alto todo lo referido a la administración, al arte, a la religión...


Mi pequeña reflexión es que no debemos separar este carácter curtido y trabajador del guerrero. Eran, sin duda, más que guerreros.



Imagen de Micenas http://recursos.cnice.mec.es/latingriego/Palladium/5_aps/ft_micenas.htm

07 junio, 2007

Un mes después...

Estimados lectores:

sí, llevo un mes sin publicar. Se me han juntado problemas técnicos en el ordenador (¡no me aguantan nada los discos duros!) y la época de exámenes.

Pero no creais que no he hecho nada en este tiempo. Estoy preparando un par de entradas para cuando me vaya de vacaciones (que algún día será, digo yo...), he estado un par de ratillos con Jose Ángel (Dodecaedro, un amigo de los Foros de Rea) ayudándole con alguna respuesta para un artículo suyo relacionado con el Lineal B y la mitología (aún no voy a dar muchas pistas, jeje), y estoy dándole vueltas a un cambio en el blog.

Más que cambio será ampliación. Ampliación de temas, porque últimamente estoy tratando mucha lingüística (comparada sobre todo) y creo que no está en absoluto desconectada del espíritu de este blog. Además me gustaría tratar textos griegos y cultura clásica, aunque menos, pero me parece que debe ser así. Estoy probando un nuevo procesador de textos que puede ser muy útil y pronto pasaré a Linux Ubuntu a ver qué tal lo llevo, estoy leyendo varios libros que me gustaría comentar y tengo algún trabajo de clase que me parece bastante interesante.

Creo que es una evolución necesaria del blog y por supuesto mía. La micenología, sobre todo los textos, son para mí más importantes de lo que pensaba, y como filóloga también me interesan otras cosas más o menos relacionadas y pienso que este es mi sitio para hablar de todas ellas.

Pues nada, un poco de paciencia y me pongo a ello.

¡Saludos y deseadme suerte!

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